lunes, 2 de julio de 2007

Y al segundo dia...

Saludos!

Todavía no he terminado lo que estaba escribiendo para hoy, pero tengo, para empezar una fotillo que también subiré en el flog.


Es del día que el Real Madrid gano la liga (el blanco deslumbró ^^), nos fuimos a Cibeles a celebrarlo (con banderitas incluidas) y como ya diré en el flog: "El año pasado fuiste tu, este año me tocaba a mi. Además, todo lo que sube tiene que bajar" Jajajaja (Esta paranoia es solo cosa del autor del flog, las lesiones cerebrales intentando adivinar de que cojones esta hablando solo son responsabilidad del monstruo de las galletas, reclamenle a él)


Además tengo un pequeño extra para que me psicoanaliceis. Os voy a relatar parte de un sueño que he tenido esta noche (solo la parte que se puede contar).


Dreaming (Witchman - Want)

La fiesta estaba yendo bien, si por bien entendemos que hacia más de una hora que no veía a Alfredo y estaba en la puerta de la tienda con la chica que había conocido nada más llegar.

Aquello era una locura. Sin que se enterasen los jefes, cada noche, una tienda de las casi 500 que había por toda España, se convertía en un local de fiestas al que podían acudir los empleados y sus acompañantes pagando una pequeña entrada. Se retiraban todos los artículos de los estantes y se llenaban de bebida, comida y diversos artículos de diversión. La música se escuchaba por el sistema de megafonía, controlado desde la oficina de la tienda.

Ellos se habían enterado, unos meses atrás, de todo aquello por boca de su colega José, que le había tocado organizar una en Madrid. Ahora estábamos en otra tienda que habíamos encontrado de camino a la playa. Nada más llegar, conocí a una chica llamada Ana. Vestía de la forma de moda entre las pijas, pero algo en ella me cautivaba. Sus ojos azules me miraban con curiosidad mientras los rizos de su largo pelo castaño caían sobre sus hombros. Su piel tenia aspecto suave, casi daban ganas de acariciarla y estaba claro que se cuidaba, pues su cuerpo era atlético, muy atractivo. Sin saber porque, la había saludado con un suave beso en la boca, y desde ese momento habíamos pasado la fiesta juntos. Alfredo se había desligado al rato y de vez en cuando le veía, casi siempre ligando con alguna chica.

Mientras estábamos a nuestras cosas, llegó un chico, con otras dos chicas, que no se porque no me cayó bien desde un primer momento. Quizás fuesen sus pintas de pijo pseudogay que siempre se rodea de chicas y habla de esa forma tan ambigua. A lo mejor lo que me molestó era que Ana le saludase tan efusivamente. Quizás pueda parecer cosa de celos y en parte puede, aunque no soy muy celoso, al menos procuro no serlo o aparentarlo. Aunque me coma por dentro que la chica le haga más caso a otros tíos, mantengo la cabeza fría y actúo de forma racional, pues si una chica esta conmigo es porque esta interesada en mi. Pero la verdad es que de ese chico me molestaba más la sensación que me daba de absoluta falsedad, y desgraciadamente soy muy bueno con ese tipo de intuiciones.

Las chicas que lo acompañaban vestían de forma parecida a Ana, pero no me parecieron ni la mitad de atractivas que ella. Quizás porque las veía muy parecidas entre si, como gemelas. Al verlas con el chico me pareció que serian las típicas niñas tontas que le ríen las gracias al chico y tienen menos personalidad que un folio en blanco.

Para reafirmarme en lo que pasó a ser odio por aquel elemento, me dirigió una mirada que no me gustó nada. Una mirada en la que se podía leer desprecio y burla. Decidí ignorarlo y actuar de forma espejada, es decir, con la misma falsedad hacia el. Pero ahí no acabo la cosa, al parecer tener 3 chicas alrededor es una buena forma de poder provocar a alguien sin que te parta la cara. Así que con un "¿Y tu quien eres?" me respondió cuando extendí la mano para dársela y me decidió dejarme esperando su mano como un imbécil. Igualmente no soy violento, me parece de poco estilo, pero le dirigí una mirada dura y seria mientras le respondía, con la intención de dejarle las cosas claras.

Me sostuvo la mirada una fracción de segundo antes de girar la mirada hacia la fiesta, sin dejar claro si era por miedo o por ignorarme. Seguramente pretendía parecer indiferente, pero con eso me conformé. "Parece que nos lo pasaremos bien" dijo antes de avanzar hacia la fiesta. Las dos chicas se quedaron un momento con nosotros. Lo que dijeron a continuación hizo mejorar un poco la opinión que tenia de ellas.

- No le hagas caso, es un poco tonto a veces. Por cierto soy Sara, encantada.- se presentó la chica de la izquierda con una amplia sonrisa. Algo mas bajita que la Ana con el pelo negro largo y ojos marrones.
- Yo soy Sandra.- la chica de la derecha. Pelo negro corto y ojos verdes. - Y él es Roberto. Y no te preocupes, casi siempre se comporta así con los chicos.
- Nos protege mucho.- dijo Ana, que estaba sentada a mi lado y casi podía sentir su aliento en mi oreja.- A veces demasiado.- terminó mientras se apoyaba en mi hombro, noté en la voz de Ana un tono casi resentido.
- Pobre chaval. Solo en un mundo de chicas.- respondí yo con una risa un tanto pícara.
- ¡Oye!.- replicó Ana antes de darme un golpecito en el brazo al que respondí con una sonrisa y un "jejeje"

Las chicas nos miraban sonriendo divertidas. Y tras añadir "Bueno, vosotros pasadlo bien. ¿Eh? Nosotras entramos" se encaminaron tras los pasos del tal Roberto. Yo miré a Ana dulcemente y respondí "Será un placer" para inmediatamente juntar mis labios a los suyos en un apasionado beso. Mientras disfrutábamos del momento el suelo empezó a vibrar. Nos separamos y miramos alrededor, la gente estaba corriendo calle abajo, como huyendo de algo. Me levanté cogiendo la mano de Ana, que parecía saber que hacer.

- ¿Que pasa, Ana? ¿Por que corre esa gente?
- Están huyendo y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
- ¿Huir? ¿De que?- pregunté mientras empezábamos a correr con la gente.
- Luego te lo explico, ahora corre.

Mientras corríamos gire la cabeza hacia atrás y lo vi. Ratas. Ratas enormes, tan grandes como perros, de casi medio metro de alto. Su pelaje era de color marrón oscuro y mostraban unas bocas llenas de dientes puntiagudos. Pero sin duda lo que mas me aterraba de aquellos monstruos eran sus ojos. Ojos que, con un brillo rojo intenso, era lo que más destacaba en la oscuridad.

- ¿Que demonios es eso?
- Hay que encontrar un sito que no puedan saltar. ¡Mira! ¡Allí!.- dijo entre jadeos señalando un pequeño murete de piedra.

Saltamos el murete y nos quedamos mirando hacia donde venían las ratas, que todavía se veían muy lejanas, como puntos rojos a lo lejos. Ana empezó a correr hacia donde el resto de la gente esperaba dentro de aquel lugar que me recordaba a una granja. Mientras contemplaba el lugar, intentando asimilar lo que estaba pasando escuche un ruido detrás mio. Me gire y vi un pequeño tigre intentando saltar el muro. Como no daba ya crédito a mis ojos, decidí dejar de plantearme los motivos de aquella locura y dejarme llevar hasta que todo se pasase un poco.

A pesar de que el pequeño tigre podía despedazarme la piel con sus pequeñas, pero afiladas, garras, decidí ayudarle a saltar, así que me incline hacia delante por encima del muro y lo cogí con una mano. Cuando lo deposite con cuidado en el suelo a mis pies se me quedó mirando, inmóvil. Sin percibir su presencia, la madre de aquel tigre apareció a mi derecha y dirigiéndome una mirada, que se me antojó de agradecimiento, cogió a su pequeño y se alejo rápidamente de allí.

Me di la vuelta y busque a Ana con la mirada. La encontré cerca de la entrada del recinto con una expresión de terror en el rostro. Corrí rápidamente hacia ella para abrazarla y tranquilizarla, pero cuando llegué a su lado vi que sus ojos reflejaban el miedo que le producía lo que estos le mostraban. Así que miré en la misma dirección y supe que le producía tanto pavor. Las ratas estaban cerca de alcanzar a una pequeña niña que llevaba en brazos una enorme piedra y corría hacia nosotros.

- ¿Por que no tira la piedra? ¡La van a coger!
- Oh, no.- dijo por toda respuesta la pobre Ana.

Mire a mi alrededor buscando un objeto con el que defenderme y cogí lo primero que encontré, una pequeña valla metálica, de aspecto pesado. Sin dudar un momento eché a correr hacia la niña con la intención de aplastar a aquellas ratas.

- ¡¡Nooooo!! ¡¡Vuelve!!- escuche la aterrorizada voz de Ana a mi espalda. Pero no podía hacer caso, aquella niña estaba a punto de ser alcanzada por las enormes ratas y no podía dejarla a su suerte.

Mientras corría pude ver que solo eran tres ratas, así que a medida que me acercaba trace un plan de como iba a enfrentarme a las tres sin que se acercasen a la niña. Empecé a levantar mi improvisada arma cuando estaba llegando a la niña y justo cuando la primera rata saltaba hacia la niña, descargué un golpe trazando a mi espalda un semicirculo descendente que impacto en el animal y lo impulsó hacia el tercer monstruo de ojos rojos. Sin pararme a ver el resultado de la embestida giré sobre mi mismo y con un movimiento circular golpee casi a ciegas a la segunda rata con suficiente inercia como para hacerla pedazos. Pos suerte había calculado bien el movimiento y sentí el fuerte impacto, que debía haber bastado para partirle al bicho todos los huesos del cuerpo.

Sin tiempo para comprobarlo y con la valla todavía en mis manos me encaré hacia donde estaban las otras dos ratas, pero cual fue mi sorpresa cuando vi como la tercera rata me miraba furiosa y se desvanecía en el aire, dejando solo una luz roja flotando en el aire. Los tres enormes mamíferos se habían transformado en tres pequeñas luces que danzaban a mi alrededor. Aterrado, balanceé el metal en todas direcciones intentando golpear a un enemigo sin cuerpo. De repente, sin motivo, toda mi atención desapareció de las luces rojas y se centró en una figura encapuchada que andaba lentamente hacia mi, con el característico brillo rojo en los ojos.

- ¿Pero que?! - pregunté al aire.

Sabiendo que aquello suponía una amenaza mucho mayor, arroje con habilidad mi arma, que, girando sobre si misma, se dirigió en linea recta hacia la figura, atravesándola limpiamente. Con una maldición gire sobre mis talones y corrí hacia la niña, que dejó caer la piedra, la cual, como por arte de magia, se transformó en un enorme panel metálico con ruedas, de color rojo. Sin pararme a preguntar cogí a la niña a la carrera con el brazo izquierdo y con la mano derecha agarré el panel y empecé a tirar de él con fuerza, dirigiéndome hacia la entrada, donde todos esperaban. Gracias a las ruedas de aquel armatoste metálico pude llegar rápidamente hasta todos ellos y a modo de puerta corrí el panel para tapar la entrada.

Deje a la niña y, extenuado, me desplomé en suelo sobre mis rodillas mientras intentaba respirar y recuperar el aliento. Alcé la mirada y vi a Ana que se inclinaba a mi lado para agradecerme con un beso lo que acababa de hacer. Pero duro poco, porque se oyó un ruido al otro lado del panel y este, lentamente, se movió para dejar despejado el paso. La gente dio un paso hacia atrás cuando vio a la figura encapuchada al otro lado. Todavía jadeante, me levanté para ponerme entre Ana y aquel amenazador ser, dispuesto a dejarme la vida defendiéndola. Sin embargo no hizo falta luchar, pues el ser oscuro dirigió sus manos a la capucha y la levantó, dejando al descubierto su rostro , el rostro de una anciana.

A pesar de que todo apuntaba hacia que no debía hacerlo, me relajé notablemente cuando vi su cara. Por algún motivo aquella mujer no me transmitía ningún miedo. La miré mientras andaba lentamente hacia el centro de aquel lugar, haciendo que la gente se apartase, aterrada, de su camino.

- La has hecho bien, elegido.- Fueron las primeras palabras que salieron de su boca. Su voz era amable, pero sonaba triste.

La mujer se giró hacia mí y me miró directamente a los ojos. De repente todas las dudas volvieron a mi de golpe y con una expresión que debía ser una mezcla entre asombro, miedo y amenaza, pregunte:

- Un momento. ¿Que? ¿Como que elegido? ¿Quien eres tú y que es lo que acaba de pasar? ¿Ratas gigantes? ¿Piedras que se transforman en cosas más grandes? ¡No entiendo nada!

Noté la mano de Ana cogiendo la mía, cosa que agradecí, porque en ese momento me sentía extraño entre toda esa gente, que no parecía tan sorprendida como yo por todo lo que estaba pasando.

- No te preocupes, lo entenderás cuando encuentres a Lia.
- ¿Que? ¿Quien es Lia?
- Ella no es Lia.- me respondió señalando a Ana. Me giré y la mire.
- ¿Que pasa, Ana?- cada vez me sentía más confuso.
- No lo se.- dijo con voz temblorosa. También ella se sentía confusa.

Sin saber de donde o cuando había aparecido, Roberto surgió de detrás de Ana y la cogió del brazo añadiendo:

- Venga, Ana, nos tenemos que ir.
- ¡¡Sueltala!! - grite furioso. Todo empezaba a dar vueltas a mi alrededor.- ¡¡ANA!!

Caí sobre mis rodillas sobre el suelo y estire la mano hacia Ana mientras Roberto la alejaba de mi. Ana intentaba resistirse sin éxito, así que, mientras la arrastraban lejos de mi, estiró su mano hacia mi mientras gritaba mi nombre. Yo no podía moverme, algo me asfixiaba y todo empezaba a volverse blanco. Con un ultimo esfuerzo grite. El sonido de mi grito retumbo en mi mente mientras perdía la conciencia.

- ¡¡¡Anaaaaaa!!

Fin (Hot Hot Heat - Touch you touch you)

Y en ese momento me desperté. Espero vuestras opiniones! ^^

2 comentarios:

Anónimo dijo...

what a dream T! No recuerdo cuándo fue la última vez que soñé...
Quizás alguna noche continúe (tu sueño digo).
Saludos.

Anónimo dijo...

Paletooooo!!!